sábado, 5 de febrero de 2011

Taller de Masajes

Ayer fue nuestra primera clase de masajes. Es un taller que se imparte en el centro de salud donde di las clases de preparación al parto y es tanto un taller para enseñar que el tacto es una manera de consolar y relajar al bebé, como una forma de ver a otras mamás y poder contar lo que tu madre ya no quiere escuchar más porque tiene la cabeza loca: lo poco que duerme tu niña, lo cansada que estás o lo bien que levanta la cabeza después de tres semanas de insistentes ejercicios sobre su barriga.
Yo estaba tan contenta el jueves porque mi niña llevaba tres o cuatro días haciendo un horario totalmente compatible con la clase de masajes, y es que a mi que se ponga a berrear en público me pone muy nerviosa, miro para todos lados, sonrío como pidiendo disculpas, etc. Que ya sé que llorar es lo que hacen los bebes, pero cuando es solo el tuyo parece que el resto no ha roto un plato en la vida. Pero tanto deseaba que siguiese con esa dinámica, que lo debió intuir y el viernes cambió de tercio y le coincidía la hora de comer  justo con la hora del masaje. Aún así fui. Con dudas, pero fui. Aguantó quince minutos. Más de lo que yo creía también es verdad. Se quedó alucinada con los otros bebés, estaba graciosa la tía allí con los ojos como platos mirando a su compañero de la colchoneta de al lado. Era la primera vez que veía a otros de su "especie". Como digo a los quince minutos hubo que alimentarla y como luego tiene que echar los gases y tiene reflujo y hay que mantenerla erguida, pues nada, se pasó la clase de masaje sin masaje. Pero bueno, yo aprendí algo y el próximo viernes volveremos a intentarlo.
Este taller también me sirvió a mi para ver que mi hija tiene un perolo de tamaño bastante comedido, es raro, porque en mi familia tenemos unos cabezones importantes (acordes con los frontones que lucimos todos), pero supongo que eso lo habrá heredado de su padre. Y también vi que está un poco flaca. La pediatra no nos deja darle más comida por ahora, y eso que apura el biberón como si no le fuésemos a dar el siguiente. Podría buscar un pediatra que me dijese que le diese todo lo que sea capaz de engullir (que creo que es mucho), es lo que tiene la profesión pediátrica, que cada uno dice una cosa,  pero hemos decidido no hacer eso con el médico de la niña, al menos por ahora.
Bueno, resumiendo, que me ha gustado lo del taller. No sé si funcionará como método para relajarla, que es lo que yo necesito, una manera de que no sea tan histérica cuando quiere dormirse, pero lo intentaré. Además es tan gustoso sobar y resobar a un bebé, que aunque no funcione yo lo voy a hacer.

PS. Se me olvidaba...había allí una mamá que no participó en los masajes porque su bebé estaba como un cesto en el carro que, al ver que mi niña echaba sus reflujillos me salta "Eso es porque la mueves mucho después de comer, yo al mío lo dejo en la cuna y luego ya él solo se despierta para echar el gas". Apunto estuve de cogerla y decirle ¿es-to-es-move-e-e-er-la mu-cho? (léase con zarandeo). Manía tiene la gente de opinar de todo, madre.

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